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    ¿Es posible un mundo sin monedas ni billetes?

    Aizkibel Rojo | octubre 10, 2017 | 0

    ¿Llegaremos a ver un mundo sin monedas ni billetes? En 2016 el volumen de pagos con tarjeta superó por primera vez en la historia de España al de retirada de efectivo en cajeros. Otro dato bastante gráfico: según el banco británico HSBC, desde 2009 el dinero metálico en circulación ha caído un 44%.

     

    No sabemos si se trata de una tendencia empujada por el ciudadano de a pie, por las entidades bancarias o incluso por los Estados… o probablemente por los tres a la vez, pero lo cierto es que los fabricantes de monederos deberían comenzar a desarrollar nuevas líneas de producto si no quieren que les pase como a Kodak con la llegada de la fotografía digital.

    No pienses sólo en tus compras diarias. La catedral de Upsala (Suecia), por ejemplo, hace tiempo que dejó de pasar “el cepillo” con una cesta para poner a disposición de sus feligreses terminales de puntos de venta para las donaciones con tarjeta de crédito. Y todo empezó al ver caer sus ingresos porque los parroquianos no llevaban en sus bolsillos dinero en efectivo.

    En los países nórdicos o en el mismo Reino Unido ya existen muchas tiendas en las que no se acepta el dinero en efectivo. ¿Dónde quedó el dependiente que te mataba con la mirada cuando sacabas la tarjeta para pagar unos zapatos? Si perdían dinero por las comisiones de las tarjetas, ¿por qué ahora hay quien sólo quiere oír hablar de pago con tarjeta?

    La primera respuesta es por pura practicidad: la gestión del dinero en metálico es más cara por los gastos que implica su traslado, reposición y almacenamiento. Además, un negocio sin efectivo gana en agilidad, al no tener que estar pendientes de sacar la vuelta de la caja, y elimina fallos en los cobros y devoluciones. Pero no sólo es más práctico para los comercios. En Estados Unidos la gestión del dinero en efectivo representa un coste anual de unos 200.000 millones de dólares, sumando los robos en bancos, hogares y empresas, la reposición y mantenimiento de los cajeros automáticos, el transporte en furgones blindados y la acuñación de monedas.

    En este sentido, nos ha llamado la atención un experimento que se está desarrollando en Corea del Sur, por iniciativa de su Banco Central. En este ensayo, un grupo de personas hacen su vida normal sin tener ni una moneda en sus bolsillos, comprando sólo en una serie de establecimientos que participan en el proyecto. La primera intención es familiarizar a los usuarios corrientes con los pagos vía móvil, pero el Gobierno surcoreano quiere también empezar a plantear una sociedad sin efectivo, ya que sólo en producción de monedas el país asiático se gasta anualmente unos 47 millones de dólares.

    Pero además de la practicidad, lo que verdaderamente es importante para los gobiernos es la disminución de ingresos fiscales por pagos en dinero negro. Con los pagos electrónicos se mejora la trazabilidad del dinero y se combate la economía sumergida y el crimen organizado. En España ya está prohibido hacer pagos en efectivo superiores a  1.000 euros y el consejo del BCE aprobó dejar de producir billetes de 500 euros, que irán desapareciendo de la circulación conforme se vayan deteriorando. Y no sólo en Europa y Estados Unidos, en India también se van a retirar los billetes de mayor valor para luchar contra la evasión fiscal.

     

    Pero, por supuesto, este abandono del dinero efectivo no sería posible sin el desarrollo tecnológico de nuevos sistemas de pagos electrónicos, más allá de las tarjetas de crédito y débito y transferencias bancarias, como PayPal, la moneda virtual como Bitcoin o los sistemas de pagos con el móvil como Bizum o Twyp. También tiene su “parte de culpa”, al menos en España, la restructuración del sector bancario, que ha traído consigo el cierre de muchas oficinas y, por lo tanto, que nos sea más fácil pagar con tarjeta que buscar un cajero de nuestro banco para sacar dinero.

    El hecho es que, ya sea porque nos empujen empresas y gobiernos o porque nos resulta más cómodo, nos hemos acostumbrado a ir disminuyendo la cantidad de efectivo que llevamos encima. Hay quien defiende que se ahorra mucho más pagando con tarjeta, además de que podemos controlar mejor a posteriori en qué nos hemos gastado el dinero, si bien hay quien dice que gasta menos cuando ve cómo su dinero abandona físicamente su cartera. ¿Tú que opinas?

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