Los inversores, desde el punto de vista de la teoría económica clásica, son personas racionales y sensatas, pero ¿es esto del todo cierto?
Daniel Kahneman, ganador del premio Nobel de Economía en el año 2002, demostró que no, pues planteó que las personas, desde el punto de vista económico, no actuaban para nada como se pensaba. Explica sus conclusiones en un libro muy interesante al alcance de todos y que recomendamos:
Las finanzas conductuales se encargan de estudiar la parte no racional del ser humano para tratar de solucionar los problemas que surgen de la misma, es decir, estudian cómo se comporta el ser humano y no cómo se debería comportar (racionalmente, según la teoría clásica). Una vez estudiado el comportamiento real (no racional) del ser humano, establece una serie de sesgos que afectan a las personas a la hora de tomar decisiones financieras.
Podemos hablar de dos tipos principales de sesgos: los cognitivos (referidos al conocimiento) y los emocionales (referidos a las emociones). En realidad, todos los sesgos que afectan en la práctica son una combinación de ambos tipos de sesgos.
A continuación, vamos a analizar los principales sesgos que nos afectan en nuestras decisiones financieras:
- Sesgo de exceso de confianza: Este sesgo se da cuando pensamos que tenemos los conocimientos necesarios y nos obcecamos en que nuestra tesis es la correcta. Nos lleva a pensar que todos somos una especie de “videntes”, y que podemos prever cuándo el mercado va a subir o bajar, pecando de, valga la redundancia, un exceso de confianza en nosotros mismos. Es importante tener en cuenta que no es lo mismo saber algo que pensar que lo sabemos.
- Sesgo de disponibilidad: Este sesgo hace que nos quedemos con la información más accesible (disponible), en particular las informaciones más recientes, haciéndonos tomar de esta manera decisiones basadas en información posiblemente errónea y ciertamente incompleta.
- Sesgo de anclaje: Sesgo muy similar al anterior, pues trata de explicar la tendencia humana a confiar demasiado en la primera información recibida. Es decir, habla sobre anclarse a la información más disponible, ya sea un dato, una característica o un precio (ratificando así del sesgo de disponibilidad).
- La ilusión de control: Este sesgo empuja a los inversores a creer tener control sobre algo, que objetivamente no tienen. En el mercado, por mucha información que se tenga, no todo es predecible. El hecho de estar siguiendo constantemente a los mercados (a través de Bloomberg, por ejemplo) no hace que uno sea capaz de predecir con certeza su evolución futura. En materia de inversión es mejor “saber que no se sabe”, ser humilde y cauto y prever varios escenarios.
- Sesgo de aversión a la pérdida: En la teoría económica se habla de aversión al riesgo, pero, en realidad, además de esta aversión al riesgo, sufrimos de aversión a la pérdida de forma asimétrica. La aversión a la perdida es el hecho de tener más en cuenta una pérdida que una ganancia, es decir, dar más importancia a perder que a ganar. Por ejemplo, una rentabilidad positiva del +7,2% en nuestra cartera Profile Orange en el año 2020 se “valora” menos que el daño que habría causado una rentabilidad del -7,2% en ese mismo año.
- Sesgo de confirmación: Consiste en engañarnos a nosotros mismos, es decir, quedarnos solo con la información que respalda nuestras teorías y pensamientos, llegando incluso a distorsionar algunos hechos a nuestro favor. A veces, este sesgo nos lleva a buscar información con el único filtro de que respalden nuestras teorías, topándonos así con información sesgada, incompleta e incluso falseada.
- Sesgo del rebaño (o sesgo de conformidad): Este sesgo hace referencia a la probabilidad de que una persona tome una decisión en la que no cree del todo, en base a lo que opine la mayoría. Es decir, hacer lo que hace la mayoría, sosteniéndonos en la creencia de que la multitud es sabia. En este video se puede observar este sesgo demostrado por el psicólogo Solomon Asch.
- Sesgo de autoridad: Conlleva tomar decisiones por el simple hecho de que una persona relevante lo diga, sin llevar a cabo ningún análisis adicional. Por ejemplo, podemos observar este sesgo en la infinidad de personas que compraron Bitcoin porque Elon Musk lo compró, sin haber estudiado previamente los riesgos y facultades de este activo. Es destacable también, en relación con este sesgo, el poder creciente de los influencers, pudiendo mal aconsejar a sus seguidores, afectados estos por el sesgo de autoridad.
Todos estos sesgos anteriormente mencionados, y muchos más, se dan en la mayoría de las personas a la hora de invertir, de planificar sus finanzas o de construir su ahorro. Para paliar estos efectos y la influencia de las emociones nuestro método consiste en definir de antemano una estrategia racional fundamentada en un modelo cuantitativo matemático-financiero (Black-Litterman) y comprometerse a seguirla a través de procesos fríos y sistemáticos. El modelo se basa en una gran cantidad de datos económicos y financieros, y está supervisados por un comité de inversiones compuestos por expertos con perfiles y experiencias diversas.
Nuestro enfoque cuantitativo no es el único contrapeso que protege las inversiones de los efectos de los sesgos conductuales: también están los siete pilares de nuestra filosofía de inversión que explicamos en este articulo
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De los pilares de nuestra filosofía de inversión, ¿Cuál dirías que aporta más a la rentabilidad de nuestras carteras?