Te contamos qué es la renta variable y las posibilidades de invertir en ella
La renta variable es un tipo de activo financiero o valores negociables que se caracterizan porque la rentabilidad que aportan ni está garantizada ni se puede predecir con fiabilidad.
A diferencia de lo que puede suceder con un depósito a plazo o con las letras o los bonos, donde el inversor puede prever cuánto dinero obtendrá al final de la inversión una vez venza el producto, en la renta variable un inversor no puede saber cual será el rendimiento final que le aportará su inversión.
El motivo es que lo que genera ese rendimiento es la diferencia del valor del activo cuando se compra éste, con respecto a cuando se venda. Durante ese periodo el valor o precio de dicho activo cotiza en los mercados bursátiles y oscila en base a las fluctuaciones que haya en los mercados bursátiles. De esta forma, cuando una persona invierte en renta variable puede obtener ganancias si vende el activo a un precio mayor al que lo compró, pero también pérdidas o quedarse como está si la evolución bursátil del precio de ese activo al momento de su venta hace que este sea inferior o igual a cuando se compró.
Entre los activos más representativos de la renta variable figura las acciones de empresas cotizadas en la Bolsa. Estos títulos confieren a su tenedor la condición de socio de la empresa y poder percibir dividendos en caso de que la Junta de Accionista decida retribuirlos. Por otra parte, esas acciones al cotizar en Bolsa si se revalorizan otorgan una ganancia extra a su poseedor.
Particularidades de las inversiones de renta variable
La renta variable se caracteriza por ofrecer unos rendimientos mayores que los de la renta fija, aunque también su mayor volatilidad entraña un mayor riesgo. No obstante, con una correcta gestión de la renta variable en el largo plazo se pueden obtener rendimientos que además superen a la inflación. De esta forma, la inversión en renta variable para cosechar resultados requiere de la paciencia del inversor.
Otra característica de la renta variable es que ésta opera en mercados organizados, es decir, en mercados en que no todo el mundo puede efectuar operaciones de compraventa, si no solo aquellos agentes que cuenten con la autorización del organismo regulador.
Por ejemplo: si un inversor quiere invertir en deuda pública española, puede hacerlo perfectamente como particular desde la web del Tesoro Público o desde una cuenta electrónica en el Banco de España. En cambio, para comprar o vender acciones en Bolsa debe contratar los servicios de un bróker o intermediario financiero que se encargue de realizar esa operación. Con los fondos de inversión sucede algo parecido: para invertir en un fondo se deben contratar los servicios de la gestora que pone capital en ese fondo y lo gestiona.
¿Cómo invertir en renta variable?
Para aumentar las probabilidades de que la inversión en renta variable sea lo más provechosa posible hay que seguir varias pautas.
La primera es diversificar: no invertir en una sola acción o fondo, sino en varios activos de renta variable no solo a escala nacional sino también internacional y global. De esta forma aunque algunos de tus activos en algún momento generen pérdidas, otros pueden generar ganancias que las compensen.
Otra clave es no dejarse llevar por el pánico. En los mercados de renta variable no siempre se puede ganar de forma continuada y creer que en un periodo de pérdidas se podría haber ganado más tratando de batir al mercado. De hecho no hay evidencia de que en el largo plazo la gestión activa de mejores resultados que la gestión pasiva.
Finalmente, es recomendable ir metiendo dinero en los mercados de renta variable de forma periódica. No meter una cantidad de dinero y “olvidarse” de ella a ver cómo evoluciona.
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