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    Mi amigo elige entre la gestión activa y la gestión pasiva, por Leopoldo Abadía

    Aizkibel Rojo | enero 21, 2020 | 0

    leopoldo abadia

    Por Leopoldo Abadía

     

    En artículos que he escrito para otros medios he hablado de mi amigo de San Quirico. Me paro al llegar aquí para decir que San Quirico es un pueblo imaginario, que no encontraréis en ningún mapa.

    En ese pueblo imaginario hay un bar, por supuesto imaginario, al que voy a desayunar imaginariamente con un amigo. No hace falta que diga que ese amigo también es imaginario. Eso hace que yo pueda ‘dotarle’ de una serie de cualidades como las que me gustaría que mis amigos tuvieran.

    Mi amigo, de mi edad, no tiene carrera universitaria. Tiene sentido común, algo no frecuente. Mucho sentido común. Muchísimo.

    Mi amigo es ‘normal’, algo no frecuente. Muy normal. Normalísimo.

    Y como es normal, hay cosas que le salen bien y cosas que le salen menos bien. Alguna le sale mal. 

    Tiene una familia muy maja. Lleva 60 años casado. Aclaración, antes innecesaria, ahora conveniente: con la misma mujer. Tienen 5 hijos, 10 nietos. Se quieren mucho. De vez en cuando, discuten. Son normales.

    Mi amigo tiene un negocio pequeño, del que han vivido y viven todas las familias. Se aprietan el cinturón cuando las cosas se ponen feas y se lo desabrochan -solo un agujero- cuando empiezan a ir mejor.

    Mi amigo tiene unos euros ahorrados. Siempre ha seguido los consejos de mi mujer -» el dinero, debajo del colchón»-, pero le gustaría, en frase suya, ‘sofisticar’ un poco el procedimiento. Como es natural, sabe poco de ‘procedimientos’ y no tuvo tiempo para estudiar, porque tenía que trabajar para dar de comer a su gente, incluidos los empleados de su empresa, y para ahorrar un poco.

    Hasta ahora, ha hecho dos tipos de inversiones: unas en empresas ‘conocidas’; otras, porque alguien se lo ha recomendado. El clásico amigo con ‘información privilegiada’, que resulta que no es ni información ni mucho menos privilegiada. 

    Alguien le ha hablado de la gestión activa y de la pasiva. Para complicarlo más, le hablan de los ‘Fondos indexados’. Y más. Le han preguntado: «¿usted quiere ‘replicar’ el índice o ‘batirlo’?»

    Como no ha entendido nada, piensa que esto de ‘debajo del colchón’ es más complejo de lo que parecía. 

    Siempre ha sido partidario de discurrir. Como eso se le da bien, discurre. Y como además le gusta no complicar las cosas, le echa sencillez. Procura entender el asunto y luego le pone nombre o relaciona los nombres que oye con cosas que entiende.

    Piensa que la gestión activa debe ser la que exige actividad, por parte de alguien que sepa y que sea buena persona. O sea, de un Fondo de Gestión que sea fiable. También podría hacerlo él. Conoce amigos que saben y que llevan sus propias inversiones, pero él, ni soñar. 

    En teoría, esa actividad es simple. Tiene cuatro etapas:

    1. Tengo este dinero, se lo llevo al Fondo y le encargo que lo coloque.
    2. Señalo los criterios. Por ejemplo, industria de armamento, nada. Empresas relacionadas con el cambio climático, OK. Etc. 
    3. Marco objetivos de rentabilidad: quiero conseguir un x% al año sumando los dividendos que espero de esa inversión más lo que se revalorice esa inversión durante ese año. 
    4. Marco objetivos de tranquilidad: poco riesgo, porque uno tiene que cuidarse el corazón. Si quiero más riesgo, pues más riesgo. Lógicamente, pediré más rentabilidad. 

     

    Esta gestión activa exige una dedicación seria por parte del Fondo en el que he depositado mi dinero y al que he dado libertad para que invierta donde quiera, para que entre en la inversión cuando lo considere conveniente y para que salga cuando considere que tiene que salir.

    Por parte del inversor, tan pasiva como la pasiva, de la que hablaré a continuación. Por parte del que se ocupa de la inversión, activa. Muy activa. Y a final de año, rendición de cuentas. Si bien, bien. Si mal, mal y cambio de agente. Para que el ‘despido’ sea digno, se le puede achacar que no ha ‘replicado’ (conseguido) o no ha ‘batido’ (sobrepasado) el indice de referencia. Lo que, en otras palabras, podríamos decir: «no has conseguido los objetivos».

    Para ayudar a marcar los objetivos, mi amigo quiere buscar un índice de referencia. No sabe que eso se llama Benchmark, pero es lo mismo. Se trata de buscar un Fondo cuya política de inversión sea similar a la nuestra. 

    Mi amigo sigue pensando. Le gusta lo de que alguien le lleve la inversión. Él pensaba que la ‘gestión’ siempre era ‘activa’, pero se entera de otro tipo de ‘gestión’. Aquella cuyo objetivo no es ‘batir’ el índice, sino copiarlo.

    Las etapas son:

    1. Es decir: hablo con el responsable de llevar mi inversión (se llama ‘Fondo indexado’) y le digo que quiero ‘replicar’ un índice. Por ejemplo, el S&P 500, o sea, el que incluye a las 500 empresas más representativas de la Bolsa neoyorquina. O, si quiero ser más de pueblo, porque en San Quirico me defiendo mejor, elijo el IBEX 35. (El San Quirico 2020 no existe todavía).
    2. Con esa base, el Fondo copiará los movimientos del índice con la mayor fidelidad posible y obtendrá la misma rentabilidad. 

     

    Similitudes entre la gestión activa y la pasiva:

    1. Las dos pueden ser desarrolladas por el ahorrador, ahora convertido en inversor, o por un experto (normalmente, un Fondo).

     

    Diferencias:

    1. Gestión activa. Se invierte/desinvierte en lo que al responsable le parece más conveniente y cuando le parece más conveniente. Puede optar por no invertir y esperar tiempos mejores. Se trata de ‘batir’ el índice.
    2. Gestión pasiva. Se invierte/desinvierte en las acciones que forman el índice. Se trata de ‘replicar’ el índice. 

     

    Costes:

    1. Más cara la gestión activa. Hay que ir tomando decisiones. Tiene más riesgo, sobre todo cuando el mercado está más complicado. 
    2. En la gestión pasiva, las decisiones de inversión están tomadas en el momento en que se selecciona el índice.

     

    A fuerza de pensar, mi amigo de San Quirico piensa que le gusta el café y le gusta la leche. Y decide tomarse un café con leche. O sea: ¿gestión activa o pasiva? En principio, las dos…si hay una cantidad de dinero suficiente como para partirla en dos.

    Mi amigo decide empezar con lo que tenía ahorrado, en dos partes iguales, una en gestión activa y otra pasiva. A ver qué pasa. De aquí a un año lo verá y tomará una decisión. Todo a la activa. Todo a la pasiva. O las dos.

     Tampoco era tan difícil.

    Categoría: Leopoldo Abadía

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