Por Leopoldo Abadía
A medio día hemos vuelto a Barcelona. En una de las salidas de las Rondas, un guardia desviaba a los coches sin pegatina, los que no pueden circular porque contaminan.
Como siempre, me he acordado de Ángela Merkel. Digo ‘como siempre’, exagerando un poco, porque últimamente está más flojucha y me olvido un poco de ella.
Me he acordado porque hace poco, Draghi, todavía en la presidencia del BCE, le apretó para que gastara. Resulta que Ángela había llevado bien las cuentas, sin embarcarse en muchas locuras, y tenía un cierto dinero ahorrado, como suele ocurrir cuando se ingresa más de lo que se gasta.
En concreto, el superávit del último Ejercicio era de 54.000 millones de euros, y no era el único. Tenía más. Situación que no tienen otros países de Europa y que sí tienen algunos. Draghi tuvo que convencer a Angela de que aflojase los lazos de su bolsa, cosa que a esta señora no le hacía ninguna gracia. (Y mucho menos a su ex ministro Wolfgang Schäuble, a quien le llamaban algo así como ‘el férreo defensor de la ortodoxia económica’, fundamentalmente los que eran ‘locuelos defensores de la heterodoxia’, que los hay).
Al final, Draghi convenció a Merkel y esta comprometió 100.000 millones para actividades relacionadas con el cambio climático, de los que 54.000 eran para desembolsar a corto plazo. Algo así como si Angela hubiera roto la hucha a final de año y hubiera encontrado el superávit reciente. 54.000 millones. «Pues me lo gasto».
Me he quedado con el guardia que luchaba contra el cambio climático desviando a los que no llevaban pegatina. Todos luchando contra lo mismo. El guardia, a un nivel. Angela, a otro.
Mi desvío a Angela también tenía que ver con el cambio. Porque esos conductores ‘desviados’ van a utilizar sus ahorros en comprarse otro coche. Si no tienen los ahorros, van a empezar a ahorrar para pagar los plazos de la financiación del coche.
Ahorro pasado o ahorro futuro. Pero ahorro. Seriedad pasada o seriedad futura. Pero seriedad. Austeridad pasada o austeridad futura. Pero austeridad.
Todo forma parte de todo. No hay versos sueltos. La alcaldesa de Barcelona, el guardia, la señora Merkel, Draghi, el concesionario de coches, el ahorro, el gastar con la cabeza.
Y en este caso, todo por culpa del cambio climático.
O gracias a él.
2 respuestas a “El cambio climático, por Leopoldo Abadía”
Muchas gracias, Leopoldo, por volver!! Hoy no tengo comentario al respecto salvo que me identifico con los que han comprado un nuevo coche, sin ahorros, sólo por la presión de que era diésel y contaminante, aunque de fondo soy algo escéptica porque pienso que contaminarán mucho más los aviones y no dejamos de volar cada fin de semana que el calendario nos da un respiro… pronto veremos los atascos en el espacio aéreo!!
Pues eso, a comprar coche nuevo, con ahorros futuros. No sé yo…