El día del bautizo de María su orgulloso padrino dio un sobre a los padres de la niña que contenía un papel con un número de veinte dígitos que correspondían a una cuenta de ahorro para niños con un saldo inicial de 1.000 euros. Este bien podría ser el inicio de una historia que -cifra arriba cifra abajo y cambiando el nombre del niño y el parentesco del familiar- nos puede sonar a todos. El desarrollo y, sobre todo, el desenlace de esta historia bien podrían cambiar si ese orgulloso padrino hubiese incluido en el sobre un manual para evitar que un malvado señor robe la mitad de esos ahorros antes de la mayoría de edad de María.
Ese señor malvado se llama Inflación, y es el culpable de que hoy sólo puedas comprar la mitad de cosas que hace 20 años con esos 1.000 euros (de hecho, hace 20 años ni siquiera eran 1.000 euros, sino 166.386 pesetas). Los ahorros de los niños son un tema especialmente delicado ante el que se presentan muchas dudas. Porque ante todo queremos evitar que esos ahorros corran ningún riesgo y nos puede parecer casi hasta inmoral invertir ese dinero en bolsa, pero si lo piensas bien hay pocas certezas tan grandes como que ese dinero valdrá mucho menos dentro de unos años por culpa de la inflación.
Porque hoy que queremos plantearte varias alternativas sobre qué hacer con el dinero de los niños. Empezaremos por la más clásica de las posibilidades: la hucha de cerdito. Los beneficios son pocos: certeza sobre la cantidad que habrá dentro a la hora de romper la hucha y máxima simplicidad a la hora de afrontar los impuestos que ese dinero pueda generar. Por el contrario tienes toda la certeza de que la inflación a largo plazo habrá terminado con buena parte del poder adquisitivo del contenido de la hucha.
La segunda alternativa es esa cuenta infantil o cuenta de ahorro para niños que ofrecen muchas entidades bancarias, sabiendo que existen muchos padrinos como el de María que buscan un envoltorio adecuado para su regalo. Estas cuentas realmente ofrecen una rentabilidad mínima, que incluso puede llegar a ser negativa por culpa de las comisiones, y el único beneficio que traen es algún regalo en forma de peluche o vajilla.
Ante nosotros se abre la posibilidad de la inversión a largo plazo. Como hemos apuntado anteriormente, no podemos negar el dilema moral de arriesgar con el dinero de un bebé y, por esa razón, aconsejamos eliminar la inversión directa en bolsa que, además de necesitar de amplios conocimientos, conlleva riesgos que sólo deberíamos tomar con nuestros propios ahorros.
Los fondos de inversión, en cambio, ofrecen una diversificación que minimiza el riesgo de la inversión. Una cartera que replicase el comportamiento del índice S&P 500, por ejemplo, habría multiplicado por tres su valor desde enero de 1998. Es cierto que en este período se puede pasar por momentos de angustia al ver el comportamiento de la cartera (caída de Lehman Brothers, por ejemplo), pero no lo es menos que el niño va a vivir ajeno a estas tensiones y que la historia nos ha enseñado, sin excepción, que a largo plazo los mercados siempre tienden a ofrecer rentabilidades positivas.
En Finanbest el padrino de María podría abrirle una cuenta con un plan de inversión a su medida para conseguir la mayor rentabilidad a largo plazo, obviamente con el consentimiento de sus padres. Para ello sólo tendría que rellenar el test de idoneidad contestando unas sencillas preguntas en las que se mide la tolerancia al riesgo y se tienen en cuenta las circunstancias personales, tendría también que informar por e-mail que desea que el titular de la cuenta sea María, dejando a los progenitores como representes legales de la cuenta. Fácil, ¿verdad? Recuérdalo antes de abrir una cuenta de ahorro para niños, y permitir que el valor de sus ahorros de devalúen año tras año. Ya conoces algunas alternativas.